La
Educación es un bien específicamente humano que surge de la necesidad de
desarrollarse como tal, por ello todas las personas, sin excepción, tienen
derecho a ella. Fue un derecho básico establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos
(1948). Aunque seguimos encontrándonos millones de personas para las cuales
aún no se ha hecho efectivo éste.
Éste derecho
no significa sólo acceder a la educación, sino también que ésta sea de calidad y logre
que los alumnos aprendan lo máximo posible, así como que tengan el derecho de
aprender y desarrollar las capacidades individuales.
Con el objetivo de universalizar la educación primaria, aumentar el
acceso a la educación de la primera infancia, reducir el analfabetismo y
mejorar la calidad, se celebró la Conferencia
Mundial de Educación para Todos (Jomtien 1990) (UNESCO 1990), en la que por
primera vez los dirigentes mundiales comienzan a enfrentar el desafío de la
lucha contra la exclusión. Algunas de las recomendaciones básicas de ésta fueron
fomentar la equidad, tomando medidas sistemáticas para reducir las
desigualdades y suprimir las discriminaciones referidas a las posibilidades de
aprendizaje de los grupos en situación de desventaja.
El derecho a la educación tiene una
gran importancia, ya que gracias a ella es posible hacer efectivos otros
derechos individuales y políticos, lo que conlleva ejercer plenamente la
ciudadanía, siendo ésta el fundamento de una sociedad más justa y democrática. Para
que todo ello sea posible es necesario “Educar
en y para los Derechos Humanos”, con el objetivo de que todos
conozcamos nuestros derechos y deberes, debiendo asumir la responsabilidad de
respetarlos.
“En la actualidad
la gente sólo se preocupa por sus derechos. Recordarle que también tiene
deberes y responsabilidades es un acto de valor que no corresponde
exclusivamente a los políticos.”
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